Otras economías

La pandemia nos demuestra que, si la humanidad quiere sobrevivir, necesitará cambiar su relación con lo que la mantiene viva: los bienes comunes naturales. El humano es un ser sofisticado, pero eso no le quita lo primate. Dañando la naturaleza a la que pertenecemos ponemos en peligro nuestra agua, el alimento, la salud, nuestro bienestar básico.

Afortunadamente hay muchas y muchos primates humanos organizándose para cambiar las formas de producir, de transportar, de comerciar, de consumir y de generar residuos, dejando atrás toda idea de competencia de todos contra todos, para construir (y recuperar) reciprocidad y solidaridades.

Las mujeres organizadas están mostrando la importancia del cuidado. Lo que mantiene la vida son actividades que en el sistema capitalista, por no mediar un pago, no son valoradas como trabajos.

Los y las niñas y muchos centros de trabajo y familias ya están alertas a su huella ambiental cotidiana. Ya hay redes de economía solidaria que enlazan a consumidores de las ciudades con productores del entorno regional. Crecen la cafeticultura sustentable, la producción agroecológica y el abasto de alimentos sanos. El reto es seguir construyendo esa otra economía y ese otro tejido social, para ser dignos hijos de nuestra madre, la Tierra.