Ciudad y ambiente
Con el discurso del progreso nos han querido convencer de que el desarrollo industrial, tecnológico y urbano es sinónimo de bienestar. Nos presentan como modernas y beneficiosas para la sociedad a las grandes construcciones, infraestructura, carreteras, obras hidráulicas, etc. El resultado: ecosistemas lastimados y, por lo tanto, deterioro de los servicios ambientales que sostienen a los seres vivos, incluyendo al humano.
No se trata de “oponerse” a lo urbano o industrial, sino de preguntarse: ¿qué desarrollo urbano e industrial queremos? Hay múltiples modernidades posibles; ¿cuál queremos construir desde una apuesta por la equidad, la democracia y la sustentabilidad?
La ciudadanía alerta puede, por ejemplo, clausurar un basurero o impedir que una obra carretera destruya sus fuentes de abastecimiento de agua, como fue el caso de la lucha contra el libramiento que se pretendía construir en la zona sur-poniente de Xalapa. Puede vigilar la calidad del agua de los ríos y arroyos, defender cuerpos de agua urbanos, y muchas otras cosas.
También es hora de estar muy atentos a nuestras prácticas cotidianas. Nuestra alimentación, nuestra salud y la de nuestros ecosistemas están estrechamente entrelazadas.