Aborda el artículo el problema de los daños a la salud y el ambiente derivados de la deficiente operación de las industrias. Estos daños pueden crónicos o agudos. En los primeros, la comunidad cercana a la industria está expuesta de manera continua a emisiones tóxicas; esta exposición crónica no tiene efectos inmediatos pero, a través del tiempo, los causa graves, incluso irreversibles, entre ellos, cáncer, mutaciones, efectos neurológicos, inmunitarios o reproductivos. Los segundos resultan de una fuga o explosión, como ocurrió hace 20 años en Córdoba con la explosión de Anaversa, 10 años después en Salamanca y, hace poco más de un año, en Izúcar, para no hablar de los innumerables accidentes graves debidos a Pemex como los de San Juanico, Guadalajara y Texmelucan y los frecuentes derrames en Coatzacoalcos y alrededores.
Señala el artículo que las autoridades de ambiente y salud en México y, desde luego, en Veracruz, no están preparadas para asegurar que las actividades de la industria sean limpias y seguras ni para que, al menos, se respete la escasa normatividad vigente.