Cuencas

Los seres humanos dependemos, para vivir, de la salud del territorio donde vivimos. Nuestras necesidades básicas, comenzando por el agua, están ligadas al estado de los ecosistemas. Lo que suceda o no en las partes altas de las cuencas impacta directamente a los asentamientos de las partes bajas. Solo con una buena cubierta vegetal y forestal una cuenca puede cumplir su función de “esponja”, infiltrando agua cuando llueve mucho y manteniendo los manantiales cuando deja de llover.

Para los municipios urbanos, la gestión integral de su cuenca implica establecer acuerdos de colaboración con los de las zonas rurales cuenca arriba. Es todo un reto, pues se presta al chantaje: “Dame esto y lo otro, o cierro las válvulas”.

Loable ha sido la experiencia en la región de Xalapa-Coatepec, donde se ha logrado sumar voluntades de las comunidades, organizaciones de productores, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos municipales, bajo esquemas de co-responsabilización.

Los usuarios urbanos canalizan (con una módica cuota al pagar el servicio de agua) recursos para programas de restauración, reforestación y aprovechamiento sustentable en ejidos y comunidades asentadas en las faldas del Cofre de Perote.